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Se tiene conocimiento que en el año 776 a. de J.C., se celebraron los
primeros Juegos Olímpicos, cuyo primer campeón oficial fue el corredor
Corebos, que se proclamó vencedor en la prueba del “estadio” (192.27
metros). A partir de entonces, entre otros acontecimientos, surgió un
nuevo calendario cronológico en Grecia que empezó a medir el tiempo
por Olimpiadas; es decir, períodos de tiempo de cuatro años que se
iniciaban y acababan con la celebración de los juegos.
De los campeones se esperaba el mejor desempeño para orgullo de su
ciudad natal. A cambio se les proclamaba como héroes colocándoles
una corona hecha con ramas de oliva cortadas por un cuchillo especial
por un joven de 12 años. Y, a partir de ese momento, la manutención del
atleta corría a cargo del pueblo y gobierno por el resto de sus días.
La competencia deportiva era realizada sin ropa y con los pies descalzos.
Se excluían a las mujeres e, incluso, les era vedada su participación como espectadoras. Cabe citar que la esposa de Diágoras, quien había sido un
célebre campeón olímpico, se introdujo disfrazada con una túnica a un
coso para ver triunfar a su hijo, pero al ser descubierta se le llevó a la
corte, donde fue perdonada sólo por ser la madre de un campeón y por
ser la esposa de Diágoras.
Cabe señalar que durante la temporada de competencias se mantenía
una tregua sagrada en todo el país llamada “Ekecheiri”, dándose
al evento una connotación de paz y armonía, que bajo ninguna
circunstancia podía ser violada.
A comienzos del siglo VI a. de J.C., el profesionalismo exagerado y la
avidez mercantilista de la época hicieron presa de los juegos en Olimpia,
que vinieron a menos hasta que en el año 393 el emperador romano
Teodosio I “El Grande” promulgó un decreto prohibiendo los juegos
al considerarlos como una fiesta pagana. A partir de ese momento,
incendios, saqueos, terremotos e inundaciones se cebaron con saña en
el sagrado lugar hasta hacerlo desaparecer de la faz de la tierra.
Y hubo que esperar quince siglos para que los arqueólogos, en sucesivas
y pacientes campañas de excavación, hicieran surgir de nuevo a la luz
del sol los escasos vestigios arquitectónicos, elocuentes, mudos testigos
de la gloria y grandeza multisecular de la ciudad deportiva sagrada de
los griegos.
Asimismo, el olvido de Olimpia llevó aparejado el olvido de la técnica y de las modalidades deportivas que configuraban el calendario de los
antiguos juegos, hasta que a fines del siglo XVIII un grupo de pedagogos
y educadores europeos prepararon el camino a la restauración de los
Juegos Olímpicos, con la divulgación de enseñanzas basadas en la
educación físico-deportiva del individuo.
En España, Francisco Amorós y Ordeano, marqués de Sotelo, defendió
la necesidad de incluir los ejercicios físicos en los nuevos esquemas
pedagógicos; en Alemania, Luis Jahn recomendó los ejercicios con
aparatos, tener una vida sana al ejecutar al aire libre caminatas, saltos y
brincos, así como gimnasia de tensión y fuerza para mejorar al hombre;
en Suecia, Per Henrik Kiny basó su metodología en ejercicios gimnásticos,
rítmicos y lentos, naturales y cómodos.
Pero quien más habría de influir en el espíritu de Pierre de Fredy, barón
de Coubertin, sería el pastor anglicano Thomas Arnold, al concebir éste
el deporte de la competición como un elemento básico de su sistema
educativo.
En este favorable ambiente internacional surgió, pues, la figura decisiva
del barón quien, fuertemente influenciado por la dimensión espiritual
de los juegos en la antigua Olimpia, tuvo la brillante idea de reiniciar
los juegos.
El 25 de noviembre de 1892, en una conferencia que pronunció en el
claustro de la universidad parisina de La Sorbona, sobre “Los ejercicios
físicos en el mundo moderno”, Coubertin anunció el proyecto de
restablecimiento de los Juegos Olímpicos, idea que, pese al júbilo que
despertó, fracasó ante la general incomprensión de los asistentes.
La misión pacificadora de los juegos sería la pauta -de especial atención
prioritaria- para Coubertin, quien manifestaba: “Es preciso que cada
cuatro años los Juegos Olímpicos restaurados den a la juventud
universal la ocasión de un encuentro dichoso y fraternal, con el cual se
disipara poco a poco esta ignorancia que mantiene los odios, acumula
los malentendidos en el destino bárbaro de una lucha sin cuartel...”
Coubertin no se desanimó tras el primer fracaso, y en 1894, en el mismo
recinto, fue aprobado el proyecto por unanimidad, creándose el Comité
Olímpico Internacional y designándose como primera sede de los juegos
a Atenas, para 1896.
Pierre de Fredy, quien desarrolló la idea de revivir los antiguos Juegos
Olímpicos, los imaginó sobre una base de que la rivalidad internacional
en el terreno deportivo promovería la amistad internacional en campos
más amplios; las reuniones atléticas producirán, sobre todo, beneficios
educativos.
Es decir: sería Coubertin el alma motora, ideólogo, ejecutor y proyectista
de la gran aventura olímpica moderna, a la que estuvo estrechamente
vinculado, primero como secretario general y posteriormente como
presidente, hasta 1925.
Coubertin murió en Lausana, Suiza, el 2 de septiembre de 1937 y sus
restos -pidió en su testamento- fueron enterrados en Suiza, nación que
le dio cobijo, comprensión y abrigo a él y a su obra. Pidió, además, que
su corazón fuera llevado al mítico santuario de Olimpia -donde reposa
desde 1938-, motor espiritual de su ilusionado y fecundo quehacer
olímpico.
I - Atenas 1896
El barón de Coubertin sonrió satisfecho al contemplar su obra. El rey Jorge
I, a su lado, inauguró el 6 de abril de 1896 los primeros Juegos Olímpicos
de la era moderna, en el majestuoso estadio de mármol Panathinaiko,
reconstruido con el aporte económico de un millón de dracmas del
acaudalado comerciante griego residente en Alejandría, George Averoff,
bajo los cimientos del estadio original erigido por Licurgo en el año 350
antes de Cristo. Los juegos de la primera Olimpiada tuvieron un gran
valor histórico y Coubertin vio con entusiasmo, satisfacción y esperanza
el desfile de 285 atletas provenientes de 13 naciones: Alemania, Austria,
Australia, Bulgaria, Chile, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Gran
Bretaña, Hungría, Suecia, Suiza y Grecia. Estados Unidos dominó las
pruebas de pista y campo; Alemania las de gimnasia; Gran Bretaña las
de tenis; Australia y Hungría la natación; Francia el ciclismo, pero Grecia
tuvo la gran satisfacción de que un humilde pastor nacido en el pueblo
de Marausi, Spyridion Louys, triunfara en la gran carrera de maratón.
El pueblo griego lloró, gritó y llevó a su nuevo héroe a hombros a la
tribuna de honor, donde fue colmado de regalos.
Louys hizo recordar la gesta heroica de Filipides, aquel soldado ateniense
que recorrió la gran distancia entre la llanura de Maratón y Atenas y, al
llegar a ésta, anunció el triunfo de los griegos sobre los invasores persas
y cayó muerto por la fatiga y el cansancio.
II - París 1900
Los franceses, la mayoría escépticos con la idea de Coubertin, realizaron
los Juegos Olímpicos de 1900 con una indiferencia generalizada, que
contrastaba con los sueños del barón; además, la realización simultánea
de otro evento mundial, como fue la Exposición Universal que puso
en funcionamiento la Torre Eiffel, generó un fracaso histórico de
esas desorganizadas justas deportivas. Incluso, un equipo integrado
por los hermanos mexicanos Escandón y un estadounidense, William
White, (llamado Norteamérica), se ubicaron en el tercer sitio en las
competencias de polo. Cabe resaltar que, dentro del marco deportivo,
se dio la participación por primera vez de la mujer -pese a la oposición
de Coubertin- en las modalidades de tiro con arco y tenis.
III - San Luis 1904
Después de una competencia ardua disputada entre Chicago y San Luis,
que obligó a la intervención del presidente Roosevelt, esta última fue
la sede de los juegos de la tercera Olimpiada. Antecedida por el gran
fracaso en la patria del barón de Coubertin, San Luis tampoco pudo
concentrar todo su tiempo y recursos en organizar una verdadera fiesta
deportiva, también por ser sede de la Exposición Universal. En esta
tercera versión olímpica fueron involucradas varias actividades diferentes
al sentimiento que los inspiró y, en el mejor de los casos, dignas del mejor
de los circos, como fueron los Juegos Antropológicos, en los cuales
los estadounidenses invitaron a indígenas de varias tribus en todo el
mundo con tal de realizar algunas comparaciones. Incluso, cabe citar, un
mexicano triunfó en una modalidad de tiro con arco: el indio Shake, de
la tribu de los Cucapás, en el norte de Baja California. En el plano de las
competencias oficiales hubo las dos caras de la moneda: las exhibiciones
de Ray Ewry -a quien apodaron el “hombre de goma”- en salto, así como
la aparición del primer tramposo en la maratón: el estadounidense Fred
Lorz, quien cubrió parte del recorrido en automóvil. Detectado el fraude
deportivo, Lorz fue abucheado y corrido del estadio, segundos antes de
que fuera coronado por la hija del presidente Roosevelt.
IV - Londres 1908
Inicialmente, Roma fue elegida para realizar los juegos de la cuarta
Olimpiada; sin embargo, Italia tuvo que cancelar a la organización del
certamen debido a los daños que ocasionó la erupción del volcán Vesubio
y, por ende, a problemas socioeconómicos. Por tal razón, Londres
asumió la responsabilidad de organizar las competencias a las que
asistieron 2 mil 34 atletas de 22 países. Estos Juegos Olímpicos tuvieron
a su gran estrella que, sin embargo, no fue el ganador de la medalla de
oro en la maratón: el italiano Dorando Pietri. En las crónicas de la época
se destacó que el pequeño corredor italiano llegó casi inconsciente,
agotado, dando tumbos, siendo ayudado en el último tramo de la
competencia por un juez, lo que generó su posterior descalificación,
otorgándosele la victoria al estadounidense Johnny Hays. Este acto de
heroísmo impresionó gratamente a los ingleses, y la reina Alejandra le
concedió a Pietri una copa de oro en reconocimiento a su valentía. Ya en
las competencias, los atletas de Estados Unidos se adjudicaron la gran
mayoría de triunfos y, al llegar a Nueva York, ingresaron a la ciudad
con un león encadenado, como símbolo del poder británico vencido,
situación que generó un incidente diplomático que afortunadamente no
tuvo mayores consecuencias.
V - Estocolmo 1912
La capital sueca tuvo un especial significativo para el olimpismo: se
implantaron el cronómetro y el fotofinish, e ingresaron al programa de
competencia el fútbol masculino y la natación femenina. Participaron
delegaciones de 28 naciones y dos mil 504 deportistas. Cabe señalar
que, como un evento asociado a las manifestaciones deportivas, se
realizaron en Estocolmo una serie de actividades culturales -Coubertin
triunfó con su “Oda al Deporte”, presentada bajo un seudónimo- y
artísticas. La figura principal de estos juegos fue el atleta estadounidense
Jim Thorpe, de raza piel roja, que ganó el pentatlón y el decatlón
olímpico. Empero, días después apareció en un periódico de Estados
Unidos que Thorpe, a quien el rey de Suecia proclamó como el “Mejor
atleta del medio siglo”, había recibido dinero por jugar béisbol. Acusado
de ser un deportista profesional por su propio comité olímpico, el COI le
exigió que devolviera las medallas áureas. Jim reclamó, hasta su muerte
en 1953, este atropello, más racista que por haber obtenido unos
cuantos dólares. Años después, por gestión del español Juan Antonio
Samaranch, el COI le devolvió la gloria olímpica perdida y entregó las
dos medallas a la familia de Thorpe.
VII - Amberes 1920
Terminado el primer gran conflicto bélico del siglo XX, los Juegos
Olímpicos se reanudaron sin poder extraerse al difícil ambiente político
del momento. Alemania, Turquía, Bulgaria y Polonia fueron excluidas de
los juegos por su participación en la Primera Guerra Mundial; asimismo,
se excluyó a la Unión Soviética en la justa en la que participaron dos mil
591 deportistas de 29 países. El distintivo de estos juegos fue que en el acto protocolario fue hecho el primer juramento olímpico: leído por
el waterpolista belga Victor Doin. De igual forma aparecieron los cinco
aros entrelazados como símbolo olímpico -creado siete años atrás por
Coubertin- y la bandera blanca con los aros al centro. Además, estos
juegos serán recordados porque el inglés Philip Noel-Baker se llevó la
medalla de plata de la prueba pedestre de 1,500 metros y, en 1959 ganó
el Premio Nobel de la paz. En el marco de estos juegos se remarcó al
mundo deportivo la célebre frase atribuida en un principio a Coubertin: “Lo importante en los Juegos Olímpicos no es vencer, sino participar. Lo
esencial no es la victoria, sino haber luchado bien”. Estas palabras, en
realidad, fueron pronunciadas por el obispo de Pennsylvania, monseñor
Ethelbert Talbot, en la Catedral de San Pablo, dirigida a los atletas
estadounidenses que iban a participar en los juegos de Londres 1908.
Y Coubertin las adoptó como suyas, con pleno convencimiento de que
respondían a su ideología.
VIII - París 1924
A pesar del fracaso de París en 1900, la patria del barón de Coubertin
tuvo una segunda oportunidad. Asistieron 44 países con tres mil
75 deportistas y, por primera vez, se hizo necesario construir una
villa olímpica. El atletismo y la natación tuvieron a sus dos grandes
figuras. La estrella de la pista fue el finlandés Paavo Nurmi, quien
conquistó la medalla de oro en las pruebas de 1,500 metros, 3,000
metros individual y por equipos, mientras que en el agua destacó el
nadador estadounidense Johnny Weismuller, quien ganó los 100 y 400
metros nado libre. Weismuller, quien en su niñez sufrió poliomielitis,
posteriormente fue el protagonista principal de la película “Tarzán”.
En París fue el debut oficial de México en las justas olímpicas (en 1923 se
integró el Comité Olímpico Mexicano), con una decorosa actuación con
un puñado de atletas.
IX - Amsterdam 1928
El trabajo de Coubertin y del conde Baillet Latour en el COI empezó a
rendir frutos: el movimiento olímpico se expandió, pero los problemas
organizativos se acentuaron por el alto costo de los juegos, ya que el
gobierno holandés no dio los suficientes recursos al comité organizador.
A Holanda acudieron dos mil 971 deportistas de 46 países para competir
en 15 deportes, del 28 de julio al 12 de agosto. En estos juegos se dio
un caso curioso: no desfiló la delegación de Francia, por llegar tarde a la
ceremonia de inauguración y porque el portero del estadio les negó la
entrada. El héroe de la justa fue el corredor finlandés Paavo Nurmi, quien
ganó nuevamente la medalla de oro en los 10,000 metros y la plata en
5,000 metros, tras ceder el lugar de honor a su compatriota RitolaEn Amsterdam se dio la segunda participación de México, que pese a
haber realizado en ese año los primeros Juegos Centroamericanos, poco
caso hizo para preparar de mejor manera a sus deportistas. Se acudió
con un equipo de fútbol; y varios atletas, boxeadores, esgrimistas,
tiradores y clavadistas.
X - Los Angeles 1932
Las grandes distancias entre Estados Unidos y Europa generaron una
disminución en el número de participantes: sólo se dieron cita mil 281
atletas; sin embargo, los presentes dieron el toque de calidad con 40
nuevas marcas olímpicas y 16 mundiales. Por primera vez se utilizó un
podio y fue ahí donde, por vez primera, figuraron atletas mexicanos. En boxeo, Francisco Cabañas, y en tiro, Gustavo Huet, se colocaron en el
segundo sitio. Y cabe citar que aquí se escuchó por vez primera el himno
mexicano, debido a que Huet empató con el representante de Suecia,
pero perdió el desempate en el último disparo. La figura de estos juegos
fue la corredora estadounidense Mildred Didrikson, quien se adjudicó
las medallas de oro en 80 metros con vallas y lanzamiento de jabalina,
así como la presea de plata en salto de altura, porque ¡pasó primero la
cabeza la varilla!, según dictaban los reglamentos de aquella época.
XI - Berlín 1936
Después de escoger a Berlín -ganó a Barcelona por 40 votos a 19- como
la sede de los juegos de la undécima Olimpiada, Adolfo Hitler subió al
poder en 1933 y, pese a que se generó un gran malestar internacional
por la agresiva política que implantó el fuhrer, el apoyo que dio su
gobierno al deporte fue fundamental para la modernización de los
Juegos Olímpicos de esta era. El fuego olímpico fue traído desde
Olimpia en un recorrido de tres mil 75 relevos, para cumplir con una
idea del encendido de la antorcha y el pebetero del profesor alemán Carl
Diem; se perfeccionó el cronometraje electrónico y el uso del fotofinish; se contó con una espléndida villa para los deportistas, y se celebró
el Festival de la Juventud. Empero, paradójicamente -Hitler buscaba
demostrar la superioridad aria sobre el resto de naciones-, la gran figura
de los juegos fue el atleta negro estadounidense, Jesse Owens, quien
maravilló al mundo deportivo al ganar cuatro medallas de oro: 100 y 200
metros lisos, el relevo de 4x100 y el salto de longitud. Asistieron 3 mil
741 deportistas varones y 328 mujeres, representantes de 49 naciones.
En ésta su cuarta participación olímpica, la delegación mexicana regresó
a la ciudad de México con tres preseas de bronce: por los equipos de
básquetbol y el de polo, y la del boxeador Fidel Ortiz.
XIV - Londres 1948
Habrían de pasar 12 años de oscuridad deportiva por la Segunda Guerra
Mundial, pero volvió a encenderse el fuego de la amistad universal por
medio del deporte. Y una devastada Londres tomó la batuta. A pesar
de la neutralidad asumida por el COI, fueron excluidas de los Juegos
Olímpicos las delegaciones de Japón y Alemania por ser considerados
países agresores en la guerra que acababa de terminar. Los juegos se
caracterizaron por la gran austeridad generada por el largo conflicto
bélico. Sin embargo, eso no fue objeto para que los atletas y los
espectadores se colmaran de júbilo al ver pasar la antorcha olímpica
por la pista atlética del estadio londinense, portada por el gran atleta
británico John Mark. Las fallas de organización fueron evidentes, debido
a la crisis de la posguerra y al intenso calor de 40 grados centígrados.
También hubo varios errores como la colocación incorrecta de las vallas
en los 400 metros o terminar la carrera de los 10,000 metros después
de que los atletas habían recorrido 10,400 metros. La figura de las justas
londinenses fue la corredora holandesa Fanny Blankers-Koen, quien
casada y con dos hijos, ganó las pruebas de 100 y 200 metros planos,
80 metros con obstáculos y los relevos de 4x100. En la rama masculina,
el atleta de Checoslovaquia, Emil Zatopek, apodado la “Locomotora
humana”, ganó la prueba de 10,000 metros, derrotando al campeón del
mundo de la modalidad, el atleta finlandés Vilo Heno quien, debido al
gran ritmo de la competición, tuvo que abandonar la prueba. Los atletas
de raza negra comenzaron a demostrar su poderío en las pruebas de
velocidad: 100, 400 y 800 metros planos, así como en los relevos de
4x100.
En Londres, nuestro país tuvo una brillante actuación al obtener una
resonante victoria en las pruebas ecuestres, en las que los jinetes -
guiados por Humberto Mariles Cortés- coparon las primeras posiciones
en salto: Mariles, Rubén Uriza y Alberto Valdés triunfaron por equipos,
mientras que en la prueba individual de salto, el Gran Premio de
Naciones, Mariles y Uriza hicieron el 1-2. También se logró una medalla
de bronce en la prueba de Tres Días con la tripleta integrada por Mariles,
Raúl Campero y Joaquín Solano Chagoya. Y, en esos juegos, debutaría
con una medalla de bronce en la plataforma quien sería uno de los
mejores clavadistas en el mundo: Joaquín Capilla, quien escribiría en las
futuras ediciones grandes historias.
XV - Helsinki 1952
En los Juegos Olímpicos del ‘52 se volvió a reunir toda la familia
olímpica, incluyendo a Japón y Alemania. Además, la Unión Soviética
hizo su aparición después de 40 años de ausencia y lo hizo bajo un halo
de misterio generado por la famosa “guerra fría”. Los deportistas de
la URSS fueron alojados en Otanieni, una sede diferente al resto de los
deportistas. De la misma manera sus entrenamientos fueron tan aislados
que los llevaron a utilizar un carril de la piscina olímpica sólo para ellos.
Sin embargo, la confraternidad olímpica se impuso sobre las fronteras
políticas y en un brote de entusiasmo, dos de los atletas rusos levantaron
en brazos al pastor norteamericano, Bob Richards, al batir éste el récord
olímpico del salto de garrocha. El gran astro de las competencias en la
pista fue nuevamente Emil Zatopek, el atleta checo, quien se impuso
con nuevos registros olímpicos en las pruebas de 5,000 y 10,000 metros
lisos, además de la maratón. Además, Dana, su esposa, ganó la medalla
de oro en la prueba de lanzamiento de la jabalina, en tanto el atleta
brasileño Ferreira da Silva batió consecutivamente tres marcas mundiales
en salto triple.
Por lo que toca a México, nuevamente uno de sus deportistas pisó el
podio. Esta vez lo hizo Joaquín Capilla, que en un intenso duelo con
el estadounidense Sammy Lee, se quedó con la presea de plata en la
plataforma de 10 metros.
XVI - Melbourne 1956
Tras la sangrienta invasión de Hungría por parte de tropas soviéticas,
muchos países se negaron a participar en los Juegos Olímpicos en
Australia como protesta a la acción de la Unión Soviética que participaría
en los juegos. A pesar de la situación política de Europa, Hungría
participó con la ayuda del COI. En el desfile inaugural el contingente
de Hungría fue ovacionado por el público australiano congregado en el
estadio olímpico de Melbourne, mientras que con la delegación soviética
se guardó un total silencio en protesta a los hechos ocurridos. Durante
las competencias, los equipos de Hungría y de la Unión Soviética se
enfrentaron en la final de waterpolo, y la delegación húngara ganó por
un marcador de 4 por 0. En el atletismo, la figura fue el ruso Vladimir
Kuts, quien fue el vencedor en las carreras de 5,000 y 10,000 metros
planos; y en clavados, la estadounidense Pat McCormick.
En la capital australiana, México obtuvo dos medallas con un solo
deportista: en un exceso de confianza, Joaquín Capilla se ubicó apenas
en el tercer sitio en el trampolín de tres metros, pero en la plataforma,
plenamente recuperado de su costoso yerro y con una soberbia
actuación, Capilla se hizo del oro al superar por tres centésimas de punto
al estadounidense Gary Tobian.
XVII - Roma 1960
El 24 de agosto de 1960 se inauguraron los Juegos Olímpicos de Roma,
en los que participaron 4,000 atletas que fueron recibidos un día antes
por el Papa Juan XXIII. En el acto inaugural las dos Alemanias desfilaron
en la misma delegación y bajo la misma bandera, mientras que Taiwan lo
hizo bajo protesta por no ser reconocida como república independiente
por China. La novedad de los juegos fue la transmisión por televisión.
El ciclista danés Knud Enemark murió a consecuencia de la utilización
de drogas prohibidas y, de esa manera, se generaron a partir de ese
desafortunado momento normas estrictas antidoping que aún rigen la
competición olímpica; sin embargo, la lista de medicamentos y drogas
utilizada ilegalmente se han venido incrementando. Los juegos romanos
fueron de gran calidad y sobresalieron el soviético Yuri Wlasov, quien
levantó 537.50 kilogramos en las pesas; el alemán Armin Hary, que en los
100 metros planos de atletismo detuvo por primera vez los cronómetros
en 10 segundos; Cassius Clay, que inició su gloriosa carrera ganando la
medalla de oro de boxeo en la categoría de semipesados; Abebe Bikila,
etíope, que ganó la maratón, mientras que Wilma Rudolph -otra persona
que por la fuerza de espíritu logró vencer las secuelas de la poliomielitis-
consiguió las medallas de oro en 100, 200 y 4x100 metros.
Y como en anteriores justas, desde París 1924, México apareció en el
medallero. El clavadista Juan Botella se alzó con la medalla de bronce en
el trampolín de tres metros al fallar en su último salto.
XVIII - Tokio 1964
La capital de Japón, con gran despliegue de tecnicismo y perfección
realizó los juegos. La llama olímpica proveniente de la Olimpia fue
recibida por el atleta Yoshinari Sakai, quien nació el día de la tragedia de
Hiroshima. Las palabras inaugurales de los juegos fueron pronunciadas
por el emperador Hirohito. Dentro de los atletas más destacados en la
décimo octava edición, cabe citar a los estadounidenses Bob Hayes,
quien dominó las pruebas de velocidad, y Don Schollander quien se
impuso en la natación. De la misma manera a Abebe Bikila, de Etiopía,
quien ganó por segunda vez la maratón. En la final de judo, deporte
nacional de Japón y disciplina que hizo su estreno en las justas olímpicas,
el holandés Anton Geesink sorprendió y acabó con el ídolo nacional,
Kaminaga. El triunfo del holandés generó un gran desconcierto y tristeza
en toda la población japonesa.
La numerosa delegación mexicana retornó sólo con una presea: la de
bronce, obtenida por el boxeador Juan Fabila.
XIX - México 1968
La elección de la ciudad de México como la sede de los juegos de la
décimo novena Olimpiada, en el congreso de Baden el 18 de octubre de
1963, generó una gran controversia en la sociedad médica internacional
por estar situada la metrópoli a más de 2,240 metros sobre el nivel del
mar. Se esgrimía que este hecho generaría grandes marcas en pruebas
de velocidad y un gran esfuerzo de los atletas en las pruebas de fondo,
podría en teoría atentar contra la integridad física de los competidores.
Pero en el curso de las competencias estos mitos fueron destruidos,
así como se apagó el problema estudiantil que tuvo al país en un vilo
por los acontecimientos sangrientos en la plaza de Tlatelolco apenas
diez días de la inauguración de los juegos, el 12 de octubre. Ese día, el
fuego olímpico fue llevado en su última etapa por la atleta Enriqueta
Basilio -primera mujer en hacerlo-. Esta edición de los juegos será
recordada por el surgimiento del “Poder Negro” (Black Power) que
se manifestó como una protesta contra el racismo estadounidense. Cuando la bandera de Estados Unidos fue izada con el fondo musical del
himno norteamericano, Tom Smith -estudiante de ciencias sociales- y su
compatriota John Carlos, ambos de raza negra, subieron al podio tras
ocupar el primero y tercer lugar, respectivamente, de la prueba de 200
metros planos, sin zapatos y con medias negras. Smith, luciendo en su
mano derecha un guante negro, y John Carlos en su mano izquierda otro
guante negro, bajaron la cabeza y levantaron sus puños desafiantes,
causando un gran impacto. Por su parte, en el aspecto netamente
deportivo, Bob Beamon logró pulverizar el anterior récord del mundo en salto largo cuando registró 8.90 metros, 53 centímetros más que la
anterior marca; asimismo, sobresalió el norteamericano Dick Fosbury,
quien impuso una nueva marca mundial e instaló una nueva técnica para
el salto de altura que aún se mantiene; brilló la gimnasta Vera Caslavska,
quien incluso se casó en la ciudad de México; así como las actuaciones
del púgil George Foreman, y de la nadadora Debbie Meyer. Los grandes
derrotados fueron el nadador estadounidense Mark Spitz y el corredor
australiano Ron Clarke, de quienes se esperaban mejores resultados.
Por lo que toca a México, ésta ha sido su mejor participación olímpica
con la obtención de nueve medallas: en natación Felipe “Tibio” Muñoz
logró el oro en la prueba de 200 metros nado de pecho, mientras que los
boxeadores Ricardo Delgado y Antonio Roldán contribuyeron con metal
dorado. Asimismo, hubo tres preseas de plata: Pilar Roldán en florete, el
marchista Daniel Pedraza en la prueba de 20 kilómetros, y el clavadista
de plataforma Alvaro Gaxiola. Y tres más de bronce: la nadadora María
Teresa Ramírez en los 800 metros libres, y con los boxeadores Agustín
Zaragoza y Joaquín Rocha.
XX - Munich 1972
Período olímpico de ingratos recuerdos debido al asalto por una fracción
de la organización terrorista palestina llamada “Septiembre Negro”, que
el 5 de septiembre asaltó los dormitorios de la delegación de Israel,
mató a dos atletas y se llevó como rehenes a otros 11. Los terroristas
exigieron la liberación de 200 prisioneros árabes en Israel y un avión que
los transportara a Libia. Después de arduas negociaciones, los terroristas
fueron llevados con sus rehenes al aeropuerto de Furstenfelbruk, donde
se inició un tiroteo que duró 8 minutos, con el saldo trágico: 9 atletas
israelitas, un policía alemán y cinco terroristas muertos. Los juegos
continuaron, realizándose un acto fúnebre al día siguiente en el estadio
olímpico, con la participación de todas las delegaciones con excepción
de los árabes. Dentro del selecto grupo de los atletas más destacados de
los juegos, estuvo el nadador estadounidense Mark Spitz, quien logró
7 medallas de oro, y la soviética Olga Korbut, quien ocupó los primeros
puestos en la gimnasia olímpica. Para fortuna del mundo entero, las
competencias olímpicas no han sido empañadas desde entonces por
actos terroristas como el sucedido en aquel año y los juegos se han
consolidado como el mejor escenario para batir marcas y mostrar las
bondades de la alta competencia.
En estos juegos, nuestro país siguió con la cosecha de medallas. El
boxeador de peso gallo, Alfonso Zamora, contribuyó con metal al perder
la final con el experimentado púgil cubano Orlando Martínez.
XXI - Montreal 1976
Canadá se preparó muy bien para la realización de sus Juegos Olímpicos
y construyó un excelente estadio y una amplia y cómoda villa olímpica.
Una vez más la política entró a jugar un papel protagónico en los
juegos. Sudáfrica, país excluido del Comité Olímpico Internacional por la práctica de segregación racial (apartheid), fue la piedra angular del
escándalo. La controversia se originó por el partido de rugby que se llevó
a cabo entre Nueva Zelanda (país que iba a participar en los olímpicos)
y la nación africana antes de las justas. Las delegaciones de este
continente exigieron la exclusión de Nueva Zelanda de los juegos; sin
embargo, el COI se mantuvo en su decisión de permitir su participación
de los oceánicos en el evento. Veinticuatro países de África, que ya se
encontraban congregados en la villa olímpica, retiraron sus delegaciones
de los juegos y con ellos atletas de primera línea como Fildert Bayi, récord
mundial de los 1,500 metros, no pudieron competir. La llama olímpica
fue conducida en relevos desde Olimpia hasta el estadio de Panatinaico,
en Atenas, y de allí, el 15 de julio por medio de rayos láser y vía satélite
fue enviada Ottawa. El último relevo fue hecho por la pareja integrada
por Sandra Henderson, natural de Toronto, y Stephan Prefontaine, de
Montreal, en representación de dos culturas y dos lenguas que unen a
Canadá. Esta unión en la pista del estadio traería su fruto años después
con el matrimonio de Sandra y Stephan. La figura de este certamen
fue Nadia Comaneci, niña de 14 años de origen rumano, que logró un
impresionante registro en gimnasia, siendo además la primera deportista
en la historia de esa modalidad en obtener en una de sus presentaciones
la calificación perfecta de 10 puntos.
Asimismo brilló el cubano Teófilo Stevenson, quien logró colgarse
la medalla de oro en boxeo en la categoría de pesos pesados. Otro
cubano, Alberto Juantorena, apodado “El caballo”, triunfó en los 400 y 800 metros. La nota más triste corrió a cargo del esgrimista soviético
Boris Omischenko, quien fue descalificado por fraude al colocar sobre
su cuerpo un mecanismo que le permitía registrar puntos inexistentes
en el tablero.
Los juegos de Montreal serán recordados en nuestro país por la
espléndida exhibición de poderío del andarín regiomontano Daniel
Bautista, quien venció a la tercia de alemanes del este en la prueba de
20 kilómetros, para apoderarse de la medalla dorada. También estuvo en
el podio el boxeador peso pluma Juan Paredes.
XXII - Moscú 1980
La autorización del COI para que la capital soviética realizara los juegos
se acompañó de una serie de protestas dentro y fuera del país. Agravada
la situación con la invasión de Afganistán por parte de la URSS, Estados
Unidos lidereó un boicot contra los juegos, apoyado por el Consejo de
Ministros europeos. A pesar de la no-participación en los juegos de
países como Estados Unidos, Canadá, Alemania Federal, Japón, China
y Kenia, el certamen se llevó a cabo dentro de una organización de la
más alta calidad competitiva. Otros países como fue el caso de Inglaterra
enviaron a sus deportistas al evento, pero sin llevar consigo su bandera
nacional. Como prueba de calidad organizativa y competitiva puede
citarse el hecho de que se lograron batir 33 récords mundiales. En
natación, el soviético Vladimir Salnikov consiguió tres medallas de oro
superando la marca vigente para los 1,500 metros, siendo el primer ser
humano en superar la barrera de los 15 minutos. Algunas protestas, sin
embargo, empañaron el evento, pues varios competidores alegaron que
la parcialidad de los jueces fue favorecedora a los rusos. Los corredores
Steve Ovett y Sebastian Coe, ambos ingleses, se trenzaron en una
disputa deportiva en los 800 y 1,500 metros, que pasó a la historia como
una de las rivalidades más famosas del atletismo.
Por lo que respecta a México, se logró una muy aceptable participación
con la obtención de cuatro metales: Carlos Girón, en una discutida
final del trampolín en la que estuvo involucrada el soviético Alexander
Portnov, se colocó en el segundo sitio; Joaquín Pérez de las Heras se
ubicó en la tercera plaza en la prueba de salto individual, y formó parte
del equipo que también accedió al podio en el tercer sitio, con Alberto Valdés Lacarra -hijo del medallista del mismo nombre de Londres 1948-,
Gerardo Tazzer y Jesús Gómez Portugal. Una tercera medalla de bronce la
ganó el equipo en la prueba de Tres Días: David Barcena -que así culminó
su quinta Olimpiada-, Fabián Vázquez, Manuel Mendívil Yocupicio y José
Luis Pérez Soto.
XXIII - Los Angeles 1984
Los juegos de la vigésimo tercera Olimpiada pasarán a la historia por ser
la primera en las que, económicamente, no se requirió de ayuda oficial,
ya que la totalidad de los costos fue asumida por empresas privadas. La
consecuencia directa: también por primera vez las finanzas de la justa
orbital generaron un superávit. La réplica del boicot americano en los
juegos pasados no se hizo esperar, cuando la Unión Soviética desistió
asistir alegando la inseguridad americana y el pensamiento antisoviético
de los estadounidenses. Esa posición de la URSS generó una reacción
en cadena de Bulgaria, Vietnam, Corea del Norte, Etiopía, Angola,
Cuba y Laos, entre otros, que tampoco participaron en los juegos. El
recorrido de la llama olímpica fue de 15 mil kilómetros y requirió de
3,436 relevos. El espectáculo de la inauguración de la justa, llevado a
cabo en el Memorial Stadium con capacidad para 100 mil espectadores,
fue observado por 2,500 millones de televidentes en todo el mundo. En
lo deportivo, la estrella de los juegos fue el atleta estadounidense Carl
Lewis, quien triunfó en los 100 y 200 metros planos, en los relevos de
4x100 además de salto largo, igualando a su compatriota Jesse Owens.
El japonés Yasuhiro Yamashita logró la medalla de oro en judo, a pesar
de una lesión en una de sus extremidades inferiores, mientras que la
rumana Maricica Puica se impuso en los tres mil metros ganando a su
principal oponente y favorita, la americana Mary Decker, quien presentó
una caída en la prueba. Se disputó por vez primera la maratón femenil
y fue ganada por la atleta estadounidense Jean Benoit. En decatlón,
el británico Daley Thompson repitió su triunfo logrado en la justa
moscovita.
Por lo que respecta a México, sus atletas se vieron favorecidos un
tanto por la ausencia de los atletas del orbe socialista; sin embargo,
ninguno de ellos desmereció en las pruebas, respondiendo plenamente
a su calidad deportiva. El mayor éxito se dio en la caminata con tres
medallas: en 20 kilómetros, Ernesto Canto y Raúl González hicieron el
1-2, mientras que en la prueba de 50 kilómetros, González Rodríguez vio
coronado su andar olímpico de cuatro participaciones, con la medalla áurea. También se hicieron notar el boxeador Héctor López y el luchador
Daniel Aceves, en el estilo grecorromano, al ganar ambos la medalla de
plata. Finalmente, el ciclista Manuel Youshimatz se agenció la presea de
bronce en la prueba por puntos.
XXIV - Seúl 1988
A pesar de las presiones políticas generadas por el conflicto entre las
dos Coreas, el COI se sostuvo en la adjudicación de las competencias
en Seúl, la capital del sur. El mundo celebró el hecho de que, por fin, en
Seúl se logró la congregación de las 160 delegaciones pertenecientes
al organismo olímpico, por lo que la historia de los boicoteos quedó
en el pasado. La ceremonia inaugural fue una fiel interpretación de la cultura coreana. La antorcha fue llevada en su último relevo por el atleta
campeón de la maratón de Berlín 1936, Kee Chung Sohn. El nivel atlético
fue excelente lográndose batir 14 marcas mundiales en diferentes
modalidades. A pesar de ello, una vez más la nota más destacada
tuvo que ver con eventos extradeportivos, como fue el caso del atleta
canadiense Ben Johnson, quien dio positivo en el examen antidoping.
Le detectaron anabólicos en la sangre luego de batir el récord mundial
en los 100 metros planos, por lo que fue descalificado y la victoria le
fue concedida al estadounidense Carl Lewis, quien ganó además el salto
largo. En atletismo también brilló la estadounidense Florence Griffith,
al lograr tres preseas áureas: 100, 200 y relevo de 4x100 metros. En
natación la figura fue la alemana oriental Kristin Otto, quien logró 6
medallas de oro.
En la capital seulita, nuevos mexicanos se instalaron en el podio. En la
plataforma de 10 metros, Jesús Mena se colocó en la tercera posición,
mientras que en boxeo, el peso mosca Mario González también se agenció la medalla de bronce.
XXV - Barcelona 1992
La ciudad española se preparó para la realización de los Juegos Olímpicos
en forma magnífica. Construyó y restauró estadios, y organizó una serie
de eventos en los cuales su cultura española y catalana fue divulgada
mundialmente. Políticamente, Cataluña exigió y logró que el catalán
se incluyera en las lenguas oficiales de esos juegos. El evento logró,
además, batir un récord en la asistencia con 172 delegaciones. Atletas
de la antigua Yugoslavia participaron en forma independiente, sin
bandera y sin himno, mientras su antigua patria se consumía en el fuego
de la guerra. De igual forma los deportistas de la ex Unión Soviética se
presentaron como un Equipo Unificado. El gimnasta Serguei Vitaly logró
conseguir seis medallas olímpicas, récord sólo superado por el nadador
Mark Spitz con sus siete medallas de oro en la natación de Munich ‘72.
El gimnasta chino Xung Li logró destacada actuación lo que le hizo
merecedor del apodo “Hombre de plástico”.
Desde el punto de vista deportivo, el hecho más notorio estuvo de
nuevo protagonizado por Estados Unidos; por primera vez en la historia
de los juegos se permitió la participación de un equipo profesional
de baloncesto, reuniéndose así a los grandes protagonistas de la liga
estadounidense (NBA), formando la famosa escuadra apodada el Dream
Team (equipo de ensueño) en el cual, por una única oportunidad, fue
posible reunir en un mismo equipo a figuras de la talla de “Magic”
Johnson, Michael Jordan, Patrick Ewig, Clay Drexler y Larry Bird, entre
otros. Todos los juegos fueron ganados por la selección de Estados
Unidos con diferencias mayores a 30 puntos.
En estos juegos México tuvo una controvertida actuación que marcó
un hito en en su deporte. Varios de sus mejores exponentes fallaron
en el momento decisivo y sólo se pudo ganar una medalla de plata
-los pronósticos hablaban de nueve preseas-, ésta por conducto del
marchista Carlos Mercenario en la prueba de 50 kilómetros.
XXVI - Atlanta 1996
Llegaron los últimos juegos del siglo y del milenio, y el escoger a la
ciudad estadounidense de Atlanta como sede generó una gran polémica.
Algunos críticos atribuyeron la decisión al hecho de que la ciudad era la
sede de la Coca Cola, insinuando que dicha empresa posiblemente había sido determinante en la decisión final; sin embargo, ante el descontento
de las demás ciudades que postularon su nombre pues la candidata
lógica era la ciudad de Atenas, el COI argumentó la seguridad de
Atlanta como un factor determinante en la selección. Además, la red de
comunicaciones y su infraestructura fueron elementos que garantizaban
el desarrollo de los Juegos Olímpicos del centenario. En una ironía de la
vida, años después, Atlanta aparecería como una de las ciudades más
violentas de Norteamérica por metro cuadrado y el desarrollo de los
juegos estuvo rodeado de un halo de violencia por el estallido de una
bomba de mediano poder en el Parque Centenario, con un resultado
fatal de dos muertos y 102 heridos, producto de la confusión.
No obstante, los juegos continuaron. El mandatario Bill Clinton
inauguró el certamen en el que participaron 10 mil 800 atletas de 197
delegaciones. Michael Johnson logró ganar en los 200 metros planos
imponiendo un fabuloso récord olímpico de 19.32 segundos, además
obtuvo el triunfo en los 400 metros planos. Carl Lewis, por su parte,
al ganar la medalla de oro en el salto largo, igualó el récord histórico
impuesto por el atleta finlandés Paavo Nurmi de 9 medallas de oro en
atletismo. Por otra parte, Nigeria, sorprendentemente, ganó en fútbol,
hecho histórico: nunca antes un país africano había obtenido la presea
dorada en un torneo internacional del deporte más popular del mundo.
Y, para México, nuevamente una sola presea. Esta fue de bronce para el
andarín Bernardo Segura, en la prueba de 20 kilómetros.
XXVII - SIdney 2000
El español Juan Antonio Samaranch, quien dirigió el movimiento
olímpico durante 20 años con una bonanza económica sin precedentes
y supo manejar el peor escándalo en su historia, presidió en SIdney
su décima y última justa como líder máximo del Comité Olímpico
Internacional. Un año antes del inicio de los juegos, en pleno escándalo
de Salt Lake City muchos se preguntaban si Samaranch iba a poder
disfrutar de ese momento en Australia. Sus detractores, particularmente
en Estados Unidos, Inglaterra y Australia le pidieron la renuncia tras
conocerse las versiones de que miembros del COI recibieron efectivos
y costosos objetos por parte de Salt Lake City y de otras ciudades que
aspiraban conseguir una sede olímpica. Samaranch soportó el temporal
y los delegados del COI lo respaldaron. Diez miembros del COI fueron
castigados y el organismo aprobó una serie de reformas con el fin de
evitar futuros escándalos de corrupción. Fue el 15 de septiembre cuando
en una ceremonia de inauguración, Australia le dio la bienvenida al
mundo y Grecia comenzó el desfile de naciones que duró una hora con
48 minutos. La máxima aclamación llegó para el paso de las dos Coreas
unidas en un intento de reconciliación por parte del Comité Olímpico
Internacional. México desfiló con Fernando Platas al frente llevando
el lábaro patrio. En un encendido muy espectacular la velocista Caty
Freeman, campeona mundial de 400 metros, y medalla de plata en
Atlanta 96, fue la encargada de encender el pebetero con el que inició
de manera oficial la vigésima séptima edición del magno evento.
SIdney fue testigo de alegrías, tristezas, y del espíritu deportivo que une
a todo el mundo cada cuatro años durante dos semanas. Rusia tuvo al
atleta que más medallas ganó, el gimnasta Alexander Nemov, quien se
colgó al cuello dos medallas de oro, una de plata y tres más de bronce.
Pero los holandeses se encargaron de romper récords por conducto
de Pieter van Den Hoogenband y su compatriota Inge de Bruijin. Otro
nadador fue el australiano Ian Thorpe fue el segundo atleta con más
logros, al adjudicarse 5 preseas: tres de oro y dos de plata. En Sydney
200 se batieron 43 récords mundiales. Como habitualmente sucede, el
levantamiento de pesas se llevó la mayoría de las nuevas marcas; sin
embargo, los juegos de Sydney serán recordados por el fantástico nivel
que mostró la natación. Entre el australiano Ian Thorpe (tres récords),
el holandés Hoogenband (2) y su compatriota Inge (3) destruyeron los
relojes y escribieron una nueva historia en los tiempos de la disciplina
acuática. Como curiosidad, hay que destacar que, pese a la enorme
calidad de los participantes, no se rompió ningún récord mundial en
el atletismo. Al final de los juegos, durante la ceremonia de clausura,
el todavía presidente del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio
Samaranch, aseveró -como siempre al concluir una justa- que Sydney
había organizado los mejores juegos de la historia del olimpismo.
En Sidney, México tuvo una sobresaliente actuación contabilizando
seis preseas. El triunfo más resonado fue el de la halterista Soraya
Jiménez, quien se alzó con la victoria en la categoría de 58 kilogramos
-primera mujer mexicana en acceder al oro olímpico-, mientras que el
marchista Noé Hernández se adjudicó la medalla de plata en los 20
kilómetros de caminata. Asimismo, superando en la final de trampolín
de tres metros al ruso Dimitri Sautin, Fernando Platas obtuvo la medalla
plateada, mientras que el taekwondoín Víctor Estrada, el marchista de
50 kilómetros Joél Sánchez y el boxeador de peso ligero Cristian Bejarano
ganaron medallas de bronce.
XXVIII - Atenas 2004
Los Juegos Olímpicos del 2004 regresan a Atenas, ciudad que albergó a
los primeros juegos de la era moderna, en 1896. Durante 17 días, poco
más de diez mil atletas, de aproximadamente 200 naciones, competirán
en 28 deportes y 296 eventos. Atenas, capital de la cultura occidental en
el mundo antiguo, cuna de la democracia, hogar del Partenón y madre
del olimpismo restaurado, albergará a partir del 13 y hasta el 29 de
agosto la edición 28 de los Juegos Olímpicos modernos. |
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